El obispo placentino Pedro González de Acebedo (1595 – 1609), aquejado de graves enfermedades respiratorias, mandó construir en el siglo XVI un Palacio en Piornal para poder beneficiarse del fresco y sano clima que ofrece el pueblo más alto de Extremadura.

En él pasó largas temporadas veraniegas, paliando considerablemente su quebrantada salud, pero cuando el obispo murió, el Palacio quedó abandonado durante muchos años y los vecinos empezaron a construir sus casas dentro de él y su entorno.

Hoy en día, en su lugar tenemos esta acogedora y tranquila plaza, LA PLAZA DEL PALACIO, en la que aún se conservan algunas columnas toscanas con sus arquitrabes que, posiblemente, formaron parte de un antiguo pórtico. También subsiste, tallado en piedra, el escudo del obispado igual a uno que luce en la Catedral de Plasencia.

Pero el vestigio más importante es la gran portada adintelada que daba paso al recinto palaciego, construida con piedra sillar almohadillada.

Las casas que bordeaban este espacio, eran de un tipo muy sencillo: estaban enjalbegadas, y poseían desarrollados aleros de madera, cargaderos del mismo material y refuerzos de sillería en las esquinas.

Antiguamente, el día de Santiago, se llevaba a cabo en la Plaza del Palacio el tanteo del toro y las vaquillas que saldrían en las fiestas patronales de agosto.

Actualmente, aparte de ser un apacible rincón, la Plaza del Palacio es escenario de representaciones de todo tipo: teatros, representaciones, veladas musicales, presentaciones de libros, etc.